
Ciclismo
Compartimos los principios que nos han ayudado a crecer como deportistas.


Entrena de forma moderada:
Tu cuerpo tiene límites. Si los alcanzas con frecuencia y de forma prolongada vas a bloquear su capacidad de adaptación y vas a alargar el tiempo que necesitas para recuperarte. El mayor error que comete un ciclista que comienza es hacer entrenar duro incluso los días que no toca. Y cuando toca, no pueden con ello. Resultados: unos y otros son entrenamientos mediocres. Si eres de los que piensa que hacer entrenos duros con frecuencia es bueno, estás en un error. No hay que esforzarse más allá de los límites de recuperación. Hay que progresar de forma gradual para darle tiempo al cuerpo a hacer la adaptación que necesita. Debes aprender a escuchar a tu cuerpo para ser capaz de entrenar sólo lo necesario para conseguir tu objetivo.
Entrena de forma constante:
A tu cuerpo le va bien la rutina. Para conseguir cambios positivos en tu condición física conviene que crees una rutina de entrenamiento que se mantenga en el tiempo. Para alcanzar nuestro potencial, debemos evitar tanto el “cuanto más duro, mejor” como las interrupciones frecuentes en el entrenamiento. Lo primero nos llevará a posibles lesiones, al sobreentrenamiento o a detestar la bici. Lo segundo nos llevará a la pérdida de la condición física y a volver a comenzar por niveles previos.
Aprende a descansar lo necesario:
Durante el descanso el cuerpo se adapta al estrés del entrenamiento y se hace más fuerte. Cuanto mayor es el estrés, mayor debe ser el descanso. Esta es una clave fácil de entender pero difícil de cumplir. Si no descansas lo necesario, no vas a mejorar.
Entrena con un plan:
Un buen plan es la clave del entrenamiento. La mayor parte de las personas que mejoran su rendimiento lo hacen porque tienen un plan y lo siguen. Tu plan debe hacerte conseguir tu forma óptima para tu reto deportivo.
Haz que tu plan tenga un buen objetivo:
Necesitamos un objetivo claro. Si no sabemos a dónde vamos, no llegaremos a ningún lugar. Si nos decimos “quisiera hacer una carrera de 200 km, a ver qué tal” o “estaría bien correr la Quebrantahuesos”, no sirve de mucho para motivarnos, porque las palabras empleadas no nos obligan ni comprometen de verdad. Nos dejan la posibilidad de hacer otra cosa, o de no hacer nada, y abren a la posibilidad del fracaso; por ejemplo “me gustaría…pero seguro que saldrá mal” La formulación que realmente nos motiva debe ser definitiva: “Voy a terminar la Quebrantahuesos”, “este verano voy a recorrer los Pirineos con mi pareja en bici” El objetivo debe ser preciso y situarse en tiempo y lugar. Si no lo definimos de forma precisa, ¿cómo pretendemos hacerlo realidad? “Voy a terminar la Quebrantahuesos en menos de x. horas ” o “Voy a llegar a tope a agosto para hacerme cómodamente tiradas de 100 km con mi grupeta”
Haz la menor cantidad posible de entrenamiento específico en el momento adecuado que te proporcione una mejora continua
Joel Friel