El core, formado por los grandes músculos centrales de tu cuerpo, es el fundamento de la fuerza. Debes fortalecer estos músculos, ya que actúan como una base sólida para todas tus actividades deportivas. Un core fuerte mejora la estabilidad, la postura y la eficiencia en el movimiento, lo que se traduce en un mejor rendimiento.
No te olvides de las fases excéntricas en tu entrenamiento. Son las fases de frenado en un movimiento, y son vitales para desarrollar niveles más altos de fuerza y prevenir lesiones. Al enfocarte en las fases excéntricas, tu cuerpo aprende a controlar el movimiento de manera efectiva, lo que mejora tu resistencia y capacidad de recuperación.
La especificidad implica que tu entrenamiento debe estar alineado con los movimientos y demandas de tu deporte. Incorpora ejercicios que imiten los patrones de movimiento relevantes para tu actividad.
La progresión de la carga se refiere a aumentar gradualmente la intensidad y el volumen de tu entrenamiento. Esto desafía a tu cuerpo a adaptarse y crecer más fuerte con el tiempo.
No necesitas ser el más fuerte en el gimnasio. Lo que importa es trabajar con sentido y en función de tus objetivos deportivos. Tu entrenamiento de fuerza debe ser específico para tus necesidades y metas. Un entrenador puede ayudarte a crear un programa personalizado que se ajuste a tu nivel y aspiraciones.